martes, 28 de septiembre de 2004

Kill Bill vol.2

Anteayer pude por fin ver Kill Bill vol.2, tras varios intentos vanos de hacerlo desde el día que la estrenaron. Coincido con mucha gente que este par de películas han hecho que resurja el mejor Tarantino, y que en nuestras neuronas se refresque todo lo que este señor supuso para el cine a principios de los noventa.




Casualmente he encontrado una página en donde están trascritos dos monólogos que se marca el Carradine y que suponen mis momentos favoritos de esta película. El ya famoso monólogo de Superman y el monólogo de la leyenda de Pai Mei, que sirve de introducción a la alucinante técnica para explotar un corazón tocando cinco puntos.

Si no has visto la peli y no quieres que te la estropee un poco, pues yo de tí pararía de leer.

He leído por ahí que el primer monólogo está fusilado de "The Great Comic Book Heroes", un libro de ensayos sobre superhéroes escrito por el dibujante y estudioso de los comics Jules Feiffer en 1965 y reeditado por Fantagraphics en el 2003. La idea en la que se basa el monólogo (cual es la verdadera naturaleza en la dualidad Clark Kent/Superman) no es que sea ningún arco de iglesia. Quiero decir que no es una reflexión a la que no podamos llegar los no superdotados. De hecho es hasta discutible: la verdadera naturaleza de Clark Kent/Superman es Kal-El, ese peaso extraterrestre. Pero mola que un Bill que sabe que está al borde de palmarla utilice esta metáfora para intentar hacer entrar en razón a su futura asesina.

El segundo monólogo me gusta mucho más. En realidad me parece lo mejor de la peli, ya que da pie al final épico de Bill. De hecho, le he estado dando vueltas al tema. Pónganse los cascos. ¿Qué pasaría si Bill, una vez recibida la mortífera llave, en vez de caminar resignadamente hacia la muerte intentara prolongar su vida al máximo? Nos encontrariamos con un hombre condenado a no poder dar más de cinco pasos en lo que le queda de vida. Una tremenda limitación, pero no insalvable. ¿Qué situaciones llevarían a una persona así a gastar uno de sus preciosos pasos?... He pensado que Morgan, el personaje de Segura/Ortiz, con su bala acariciándole el corazón, tiene ciertas similitudes con todo esto. Y he pensado que tengo que cambiar la marca del coñá en el carajillo.

Eso sí, lo de aguantar dos cartuchazos de sal en el pecho y ser capaz de, una vez rota la tapa del ataud, salir atravesando la tierra, me parece más digo de Superman que de La Novia. ¿O era Kal-El?

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