martes, 14 de agosto de 2007

El Otro Mazinger

En 1977, Mazinger Z y la Guerra de las Galaxias cambiaron nuestras vidas. En mi caso, se podría decir que Jack Kirby, Go Nagai y George Lucas me dejaron medio gilipollas para siempre, y no me extraña: cojan a un niño de 4 años y durante un verano bombardéenlo con ideas sobre la Fuerza, los Jedi y espadas láser. Explíquenle que con un cañón láser se puede hacer explotar un planeta y que es más fácil llegar a Tatooine que a Cuenca. Para terminar, muéstrenle cómo un robot de 30 metros de alto es la solución definitiva contra el mal, y cómo le ayuda una mujer robot que dispara sus pechos como cohetes. En el caso de que haya asimilado todo esto, estimulen su reciente capacidad de lectura con la saga de Estela Plateada y Galactus. En fin.
Después la emisión de Mazinger Z se interrumpió por las quejas de la excesiva violencia de esta serie de animación, siendo sustituida por otras como Marco en las que había menos violencia pero que ejercían una tortura psicológica sin límites: durante unos meses toda una generación temimos que nuestra madre fuese secuestrada por unos esclavistas que se la llevasen al último confín del mundo a trabajar.
Pero volvamos al cénit del éxito de Mazinger. Todos los niños queríamos todo lo relacionado con el robot gigante: recuerdo haber llevado a mi madre por media Murcia una tarde preguntando quiosco por quiosco hasta dar con la puta careta de plástico que sólo me quitaría para ir al colegio. También la tozuda insistencia por comprar la baraja (en aquella época teníamos juegos de cartas de todo, desde Spiderman hasta Peter Pan): tanta que acabé teniendo dos.

Ante tal fenómeno, los chinos (¿quién si no?) vieron la posibilidad de subirse al carro, y remontaron una serie japonesa de robots gigantes de 1974 (Mech Baron, The Iron Superman) y la distribuyeron como Mazinger Z, el Robot de las Estrellas. Echadle un vistazo a este clip para haceros una idea. Por suerte para mi precaria cordura no llegué a ver esta película. Pero como gran amante de los subproductos y sucedáneos, sí que coleccioné su versión en cómic, realizada por José Sanchís (autor de Pumby) para Editorial Valenciana:

De aquella época, autores y editorial son los cómics de Supersonic Man, otro gran subproducto patrio del que ya hablaremos algún día.

4 comentarios:

Manuel Martínez dijo...

En mi caso fue peor puesto que yo tenía, a la hora de engullir todo esto, 16 tacos. Quedé gilipollas total hasta la fecha pero para mi todo esto era (sigue siendo qué narices),cojonudo. El umbral a la imaginación. Muy bueno este post, Víctor.

Anónimo dijo...

Joder, ese Dr. Infierno es clavao a algún dibujo de Magneto de Sienkiewicz...
Recuerdo el cabreo monumental por la retirada de Mazinger!! En cuanto vaya a casa de mis padres me pongo a buscar mi juego de cartas de vuestro vecino y amigo Spiderman...
Ay, qué buenos raticos, amigos...
¡Venceremos!

Ricardo Peregrina dijo...

Ja ja, yo flipé con la película y tengo unos cuantos números de los cómics. Me encantaba copiar sus dibujos. Recuerdo que hasta hice alguno donde luchaban el Mazinger Rojo contra el de la serie de animación.
Creo que aún lo sabría dibujar de memoria.

Siempre sospeché que el dibujante era Sanchís, pero no aparecía su firma por ninguna parte...
Ahora resulta que es la obra de este autor que más leí y releí de pequeño. A Pumby ni lo conocí. Qué cosas...

Anónimo dijo...

Es que eso de los derechos de autor, de imagen, patentes, etc es una CHORRADA, tendria q ser todo libre, la gente ya vera la serie original, y si la retiran pues ves la copia, y si la camiseta de tu equipo es muy cara, pues te compras la china de imitacion, q se espabilen y no la pongan tan cara. A ver si por haber "diseñado" a spiderman o superman hay q vivir del cuento 50 años ¡q proeza creativa ponerle un pijama a un señor! viva la imitacion, viva dolce y gabarra