viernes, 15 de octubre de 2004

POLITICALLY CORRECT

La derecha siempre ha mostrado un gran talento para incorporar ciertos recursos inventados por la izquierda más descafeinada y convertirlos así en válvulas de seguridad del propio sistema.

Cuando Ferdinand Lasalle inventó la socialdemocracia a finales del XIX, no sabía -o sí, seguro que sus contemporáneos no eran tan ingenuos como yo- que en realidad le estaba brindando una batería de parches sociales a Otto Von Bismarck con los que blindar su país de aquel fantasma que recorría Europa. Con este episodio se inaugura oficialmente un siglo de trasvases que, a base de un new deal por aquí y políticas keynesianas por allá, han permitido a los señoritos del mundo vivir tranquilos todos los meses de octubre desde 1917 hasta éste en el que nos encontramos. Ha sido un lento proceso en el que el poder ha descubierto su gran capacidad fagocitadora y nos ha ido mostrando diferentes caras, cada vez más perfectas de sí mismo. De Hitler a Bush sólo hay un paso, y sólo es formal: el mayor refinamiento de Goebbels. Para entendernos: no hace falta quemar libros si nadie los lee.

Y en todo este tiempo, la izquierda descafeinada inventada por Lasalle va cayendo más y más en la trampa de la derecha 100% cafeína. Una de las últimas peripecias la encontramos en los 80 y 90, con el invento por parte de progres americanos de todo pelaje de lo "políticamente correcto", que ahora se convierte en nueva esclavitud formal. Porque para ser un candidato políticamente correcto de la nueva izquierda o de la tercera vía o de la Zapatero way o como se defina hay que ser un buen padre, buen marido, heterosexual, patriota, creer firmemente en el mercado y estar dispuesto a mandar a tu ejército aquí o allá... en definitiva: hay que ser, o parecer, de derechas. Porque de derechas son los que cogen esas "interesantes ideas" -ya sabéis, estamous trabahando en ellou- y las desarrollan hasta crear sofismas cotidianos de uso práctico: hablar en contra de la hongkonización del mercado de trabajo es de progres trasnochados sigloveintianos... políticamente incorrecto. Saltarse toda la legalidad internacional e invadir un país para lanzarse como bucaneros sobre su petróleo no lo es, en ningún caso.

Todo este rollo viene a cuento por la noticia que aparece hoy en los periódicos de la próxima difusión de un vídeo que, según dicen, hará mucho daño a Kerry. Al menos, su cohorte de asesores y él mismo están intentando evitar su emisión como sea. El contenido: un joven Kerry crítico con la guerra del Vietnam, que denuncia públicamente -porque las había visto con sus propios ojos- las aberraciones que el ejército americano estaba perpetrando allí. Según la derecha americana traicionó a su país y, aún peor, a sus compañeros y, por extensión, a los honorables veteranos de la guerra maldita de los setenta que tratan de olvidar cada día los rostros de las niñas que violaron.

Leer la noticia me ha producido una cierta sensación de vértigo y de náusea, de vivir en un mundo al revés. Una momentánea sed de justicia de un conservadorcillo como Kerry, un compromiso fugaz, tal vez el único momento de su vida en que realmente sintió cierta coherencia interna o pensó en su ideales sin sonrojarse, son hoy un error del pasado potencialmente más peligroso que el alcoholismo o la adicción a la coca sin lata de Bush.

Que paren el mundo, que me bajo.

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