viernes, 8 de octubre de 2004

¡Chúpate esa, James Ivory!

Justo el mismo día en que puse el post de Anders Zorn -ayer-, me encuentro por la noche en el canal Cinematk con una de esas películas de relumbrón que, por mil y una coincidencias, no he llegado a ver por más que el paso de los años me haya dado varias oportunidades: Sentido y sensibilidad (1995), de Ang Lee.

Traigo a colación lo de Zorn porque, si en este pintor me sorprendió la capacidad de reflejar elementos y atmósfera, en la película de Lee me dejó boquiabierto una aproximación tan absolutamente pictórica para la composición de planos y secuencias. Como siempre, la dirección de fotografía que acompaña el trabajo de Ang Lee roza la perfección. El tempo narrativo es perfecto. Y uno casi tiene la tentación de pausar la imagen para congelar esos momentos que recuerdan pinturas del XIX captando retratos, situaciones domésticas, paisajes: la insoportable levedad del romanticismo en cuanto movimiento ético-estético al que tanto debemos, para bien en unos selectos casos pero sobre todo para mal en la mayoría de otros.

En definitiva, un sentido y sensibilidad que se pueden predicar también de un autor oriental tan capaz de percibir los barnices con los que se plastifica la cultura europea.



ALAN RICKMAN in Sense And Sensibility


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