martes, 1 de noviembre de 2005

Camarero: tengo una infanta en la sopa.

Y no es de naranja. En concreto es una infanta de España, una Alteza Real, futura princesa de Asturias, futura princesa de Gerona y de Viana, futura condesa de Cervera, futura duquesa de Montblanc y futura señora de Balaguer.

Ha nacido niña, más que nada para hacer quedar como un capullo al impresentable de Jaime Peñafiel. Y, tal y como prometió Zapatero en su discurso de investidura, será también futura Jefa del Estado Español. Esto, creo que ya lo han dicho en algún noticiario así de pasada, obligará a cambiar la Constitución. Bah, una reformilla de nada, un tramite nada dramático, ya que como afecta al Título II simplemente habrá que:

1.- Aprobar la reforma en las dos cámaras por dos tercios de los votos.
2.- Disolver las Cortes.
3.- Convocar Elecciones Generales.
4.- Que las nuevas Cortes vuelvan a aprobar la reforma por dos tercios de los votos.
5.- Ratificar la reforma en Referendum.

Y ya que nos vamos a tomar esta pequeña molestia para que la sucesión en nuestra corona deje de ser agnaticia (hay que ver lo que aprende uno en la Wikipedia), podríamos aprovechar el tingladete para, más que reformar ese título segundo, SANEARLO por completo, como si fuesemos el impagable chapuzas del pañuelo de cuatro nudos de El milagro de P.Tinto. Hay que sanear.

Cuando se habla de República en este país parece que se refiera uno a la horda roja y la guerra civil, y no a una forma política de Estado tan válida (o más) como el resto. Como las que existen en Francia, Alemania, Italia, México, una buena parte de los países sudamericanos...

Por cierto, gran post en el Jamonyorker. Sobre todo la portada del Ser Padres, edición real. Como la vida misma.

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