viernes, 8 de septiembre de 2006

NATASCHA

Pocas veces entiendo o comparto el gusto por el morbo que lleva a la gente a devorar la intimidad ajena en ese buffet libre global que es la televisión. Pero esta es una de ellas. Y es que la historia de Natascha Kampusch, la niña secuestrada durante ocho años que precisamente coincidieron con los de su proceso de maduración de la infancia a la adolescencia, es una de esas historias más grandes que la propia vida que, por su excepcionalidad, provocan la curiosidad de cualquiera. De un lado está el impulso solidario hacia una persona real, que existe, y ha vivido la adversidad: un drama personal muy jodido de superar para una familia entera. Y de otro lado, la fascinación que nos produce el personaje y su relato. La historia de Natascha es literariamente perfecta, su libro ya está escrito. Es la novela de terror psicológico que adapta para el lector adulto el cuento de Caperucita Roja; una Caperucita que se hace más fuerte que el lobo, que es más inteligente que el lobo. Hasta su secuestrador ha tenido su final de cuento, como aquel al que los cabritillos llenaron su estómago de piedras; como si todo estuviera escrito.
La prensa internacional ha acogido con estupefacción la madurez, la inteligencia y la frialdad de la mujer Kampusch. Simplemente, nos sorprende cuando alguien es llevado hasta el límite y, en vez de desmoronarse, se hace más fuerte. Todo el mundo estaba preparado para echar la mano sobre el hombro de una niña grande, para compadecerla y ayudarla en su más que previsible fragilidad. Por eso sorprende y descoloca la fortaleza de esta mujer que tomó el control de su vida hace años, que lleva años jugando una interminable partida de ajedrez con su secuestrador que ha sabido llevar hasta el más brillante jaque mate.
Como en los dramas de evasión carcelaria, ha tenido mucho tiempo para planificar y pensar en su futuro... y ahora ya no hay quien la pare.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer vi en la tele a dos presuntos psiquiatras (muy famosos) intentando opinar sobre el caso, diciendo unos disparates increíbles, como: "Yo en su caso..." o no sé qué del "síndrome de Estocolmo". En fin, fomentando una especie de sospecha por su actitud en la entrevista. Por favor, por supuesto que parece fría y calculadora, ¡ha tenido que aprender a serlo para sobrevivir!

Anónimo dijo...

Ha aprendido tanto como el pastón que se va a sacar ahora contándolo a los 4 vientos...

Anónimo dijo...

Sí, bueno, vale, que vaya asco de cautiverio y qué dura la niña y bla blu bli, pero vamos a lo que interesa a la opinión pública... ¿TUVO SEXO CON EL CHIFLAO DE SU CAPTOR? ESO ES LO ÚNICO QUE QUEREMOS SABER, COPÓN

Manuel Martínez dijo...

¡Eso! ¿Y dónde está su cadaver, eh? ¡Queremos verlo!