El 12 de agosto se cerró el Espirelia de este año con un concierto de Muchachito Bombo Infierno. Muchachito es una especie de Manu Chao rumbero, un músico callejero cuyas actuaciones tienen mucho de vodevil tabernario y chulesco, de sudor barriobajero y de perillas con forma de procesión de hormigas. Supongo que es el tipo de espectáculo que hace que un grupo de holandesas moje las bragas hasta disolverlas. Esta carta de presentación le ha valido minutos en algunos telediarios, y en uno de ellos vi que al fondo del escenario un maromo pintaba una ilustración en gran formato mientras la banda tocaba. Y no lo hacía nada mal. Luego me enteré que el maromo era Santos de Veracruz.
Santos de Veracruz tenía en la época del boom de los fanzines uno que se llamaba El Puñalito, que en su día compré y en su día perdí. Sus dibujos le valieron que el mismísimo Jorge Zentner se fijara en él, y escribiese a medida el guión de Flamenco, publicado en Francia (Casterman) y en España y que es la primera entrega de una serie. Los dibujos de la web de Muchachito también son suyos, y aquí hay una entrevista en la que dice que al final de los conciertos suele vender lo pintado.
Recuerdo sus dibujos de El Puñalito como turbadores. Aunque basados en la iconografía típica del flamenco, tenían un aire que los convertía en estampas universales de cualquier arrabal, ya fuese de Sevilla, Barcelona, Buenos Aires o La Habana.
Lógico que Muchachito y Santos funcionen bien juntos.