Verano azul
Hoy es ese día del año en que uno mira de reojillo, con cierto nerviosismo disimulado, el reloj cada cinco minutos. A las 15 horas empiezo las vacaciones, las de verdad: las vacas gordas. Hasta el 6 de septiembre paso de clientes, de campañas y de inspeccionar pruebas de imprenta a la caza de la tilde díscola, si la espada de Damocles del móvil lo permite. Tres semanicas marcadas por la ausencia de planes y, qué palo, la escasez monetaria -es lo que tiene cambiar de coche espoleado por las ofertas veraniegas de los concesionarios, movilizando los ahorrillos que prometían un potente verano-. Algo inventaremos, no obstante.
Para ganar tiempo, me he aplicado con tesón en julio y empiezo las vacaciones con la barriga cervecera restituida en tó lo suyo, tras los meses de caminatas anticolesterol y pseudo dietas.
Pues lo dicho. Ya me pasaré por aquí si es que mi cerebro no cierra también hasta septiembre...
Una curiosidad: para ilustrar el post he buscado imágenes de la Torre de la Horadada y todas las que he encontrado procedían de inmobiliarias inglesas.
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