Con "T" de TERROR (1): LOS TOROS
El debate político iniciado en Cataluña sobre la abolición de los toros ya está generando la polémica política prevista. Desde el nacionalismo catalán se hace bandera de esta iniciativa para eliminar rasgos culturales que identifiquen a su nación de la hortera y opresora España –acaso tengan necesidad los entes colectivos de “matar al padre” como los individuales–, y desde el nacionalismo español se hace a su vez lo mismo pero en sentido contrario, denunciando que los intereses tras esta iniciativa no son de tipo ecológico o social, sino simplemente políticos e identitarios. Y nuevamente se pierde de vista “la mayor”, y es que el debate sobre la abolición de los toros, la “fiesta nacional”, “esa fiesta tan nuestra”, etc., algún día deberá ser abordado en toda España.
A mí los toros me dan vergüenza ajena, y en general creo que quien esté a favor de su celebración debería presentarse voluntario para participar en esta bella fiesta pero representando el papel del toro, y así percibir en toda su intensidad su cautivador poder estético. Por otra parte me imagino lo que dirían de todas y cada una de nuestras fiestas basadas en la tortura de animales aquellos que las disfrutan, si en lugar de tradiciones atávicas españolas se tratara de fiestas “de moros” exclusivamente típicas de países como Marruecos o Afganistán.
Como digo, es una opinión personal, como personal es el gusto por los toros. Sin embargo, creo que las dos posturas enfrentadas en este debate no son iguales: no es compatible la defensa de las tradiciones culturales, por arraigadas que éstas sean, con la tortura de animales. No parece que el siglo XXI deba ser escenario de cabras arrojadas por campanarios ni toros aterrorizados con fuego o lanceados hasta la muerte.
Lo dicho: quien quiera “disfrutar” y mantener nuestras costumbres, que dé un paso valiente y se ofrezca a tomar el lugar de estos animales.
7 comentarios:
Víctor, sin ánimo de polemizar pero no quiero quedar como un imbécil sanguinario (a mi sí me gustan las corridas de toros como a Picasso, Hemingway o Welles que también eran unos bárbaros), solo decirte que el objetivo de una corrida no es torturar, si fuese así nadie con un mínimo de sensibilidad acudiría, o cuando un torero mata mal a un animal no se le abroncaría, porque al matar mal sí existe sufrimiento para el toro.
También creo que es un argumento facilón poner al mismo nivel las corridas con tirar cabras desde un barranco o lanzar dardos a toros carneros.
Sé que lo más fácil es decir que es un comportamiento atávico, bárbaro o cruel, pero lo que se persigue en los toros (y es muy difícil de ver) es el momento mágico de verdadera emoción que el que no ha tenido nunca la oportunidad de ver o experimentar evidentemente no puede entender.
Para terminar yo también le diría a todos los que "disfruten" de un buen solomillo que dé otro paso valiente y se tire a las brasas.
Por cierto feliz Navidad a todos y muchos abrazotes, éstos sin polémica.
Sabía yo que en esta cuaestión el Sebas iba a "entrar al trapo".....jajajajajaja...¿no lo cogéis?...jajajaja..."entrar al trapo"....jajajaja...jaaaa....jjjj....Perdón.
Me parto "toro, toro y toro"!!!
Qué grande es mi Manolico!!!
Querido Sebas: primero de todo felices fiestas y un abrazo mu fuerte.
Sobre el tema taurino, creo que sólo coincidimos en una cosa, y es en que los toros son la “punta del iceberg”, y quizá la manifestación más artística y estética, de una serie de costumbres aún más brutales como las cabras de los campanarios o el Toro de la Vega.
No obstante por nuestro ropaje cultural tendemos a creer eso, que los toros son “otra cosa” y en el fondo no lo son. Por otra parte yo admiro profundamente la obra de Hemingway, Welles o Picasso. Luego en el ámbito personal les gustaban los toros, eran narcisistas o bipolares o algunos de ellos trataban a las mujeres como si fueran basura, y todo eso ya no lo admiro… jajaja. De todas formas también hay que diferenciar la conciencia hacia el maltrato animal que podía haber a principios del siglo veinte, y lo que se ha avanzado en todo este tiempo.
Yo no niego que los toros tengan un gran poder estético o plástico. Tampoco niego que se trata de una manifestación cultural que ha influido en el arte y en la literatura durante siglos. Sin embargo dices que la finalidad de los toros no es torturar al animal, y quizá sea así, pero dicha tortura, si no un fin, es un medio necesario y omnipresente en cada minuto de cada corrida. A lo mejor hay que matar limpiamente al toro como un requisito de “técnica” taurina, pero ¿qué me dices de las banderillas, el picador, el propio terror que vive el toro…?
Yo no creo que seas un imbécil sanguinario, es más, estoy seguro de que tu disfrute y el de todos los aficionados al toro es incluso de índole intelectual, porque apreciáis el arte y la técnica detrás de la fiesta. Pero sí que creo que os ciega la asimilación cultural que en España tenemos desde pequeños porque se trata de una fiesta “nuestra”, “normal” y “cotidiana”. Y que hay dos elementos que pesar en una balanza: ese disfrute artístico, por un lado, y la tortura y matanza de un animal, por otro. Si para ti lo primero hace que lo segundo merezca la pena, estupendo. Para mí no, y creo que ni aunque disfrutara con los toros me merecería la pena.
También es cierto que el propio uso de los animales de forma industrial como comida encierra no pocas dudas, pero reconocerás conmigo que al menos no acudimos a los mataderos a jalear y aplaudir el trabajo de los matachines, ni pedimos que se recreen lo más posible en el sacrificio del bicho y le den unas “pasaditas” para acojonarlo.
Por último imagínate el siguiente espectáculo: en oriente, en un recinto circular, sueltan a un perro, un dóberman. A continuación un cuarteto de artistas marciales se dedican a patearlo y enfrentarse a él. Sus golpes son precisos y leves, van desde la molestia hasta el daño real en un recreado crescendo. Su técnica es soberbia. Visten trajes ninja de lujo. Algunos de ellos, en un alarde de maestría, pinzan algunos nervios del perro de forma que van retardando sus reacciones. Los saltos y fintas de todos ellos son poesía pura… se trata de una tradición milenaria, no exenta de riesgos: a veces algunos de estos ninjas han muerto por el ataque de un perro. Finalmente, el jefe del equipo, vestido de samurái, acaba con el perro con una katana, de un solo golpe. Lo ha hecho tan bien que le conceden el premio de cortar su cabeza, allí mismo, y enseñarla victorioso al público.
¿Mola? ¿Un poco bestia? ¿Artístico? ¿Educado? ¿Bárbaro? Quién sabe. Pero yo creo que EXACTAMENTE ESTO es lo que ve en los toros cualquiera que sea de fuera.
¡Un abrazo!
Me encanta la polémica, y más con gente como tú, por eso te comento:
Dices, hábilmente por cierto, que cuando yo hablo de Welles o Picasso, que eran bastante "joputillas". Es cierto. Pero la emoción que experimentaban con las corridas de toros, como la que yo experimento (muy pocas veces, eso sí), no creo que fuera por ello sospechosa. Federico García Lorca era una persona sensible, creo que no trató mal a nadie y también era un enamorado de la fiesta.
En la lidia el hecho de "picar" al toro tiene una doble motivación. En primer lugar medir su bravura, por cierto el toro bravo (tan raro de ver como emocionarse en un festejo) no se asusta ante un hombre con capote o ante un caballo. Un inciso, este animal se cría para la fiesta, y estaría completamente extinguido de no ser por ella. Con las banderillas no se pretende maltratar más, sino hacer que se avive para la faena de muleta y que no se "amorcille", sino que sea fiero. Es complicado, pero necesario, por eso no se pueden aceptar ese invento americano de las corridas incruentas.
Efectivamente, en la historia esa de ninjas y dobermans yo estoy exactamente igual que tú con el tema de las corridas: No entiendo nada y como no llegan a emocionarme y no las entiendo las prohibiría sin pensarlo. Es cuestión de entender o no.
Amigo Sebas... a punto has estado de convencerme... no, espera, ahora que lo pienso es que me has convencido totalmente...
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¡INOCENTE! ¡INOCENTE!
Cabronasssorrrlll!!!
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