Amigo César

Si no hubiese sido por Internet, yo nunca habría conocido a César Mallorquí. No pertenezco al target fundamental al que las editoriales que publican su obra dirigen sus libros, y muy probablemente no habría leído ningún artículo o reflexión suya sobre literatura fantástica, narración, comunicación y política.
Aquí la propia peculiaridad de Internet como medio me obliga a hacer una aclaración, porque no conozco a César Mallorquí. No lo he visto nunca en persona, ni he hablado con él. Ni siquiera sé su dirección de correo electrónico. Y sin embargo, como merodeador habitual de su blog La Fraternidad de Babel, debo reconocer que siento un gran aprecio por él. Aprecio incluso personal, porque el muy brujo –también ha sido creativo y redactor publicitario, es decir, en su inteligencia cohabitan Mefisto y el Flautista de Hamelin- es capaz de mostrar su reflexión ya sea literaria, política o relativa a la comunicación, de una forma tan cercana, auténtica y sincera, que el lector habitual muy pronto entra en un espacio de intimidad, de círculo de amigos que se toman un café juntos mientras afuera llueve y la gente deambula apresurada al otro lado de la calle.
Claro, esa cercanía la intensifica el sentir tras la lectura de cada entrada de su blog que coincides en la mayoría de ideas, de planteamientos sobre la vida, y el arte, y la creatividad. Es esto, en definitiva, lo que hace posible que puedas sentir amistad por alguien que no conoces, que no has visto, con el que no has hablado.
Qué raro es esto de Internet. Y qué miedo da…
No hay comentarios:
Publicar un comentario