Mi padre nació en 1922 y murió en 1988. Cuando nació, la Revolución de Octubre era aún un proceso abierto. De hecho, la propia Unión Soviética fue creada en 1922.
En el mundo en que vivió mi padre la polarización en bloques era una realidad inmutable, y la URSS un imperio que duraría para siempre. De alguna manera, parecía que el enfrentamiento capitalismo/comunismo era un binomio ying/yang que estaría presente en nuestro mundo para siempre.
Cuando mi padre falleció, en marzo de 1988, se intuía una posible relajación del régimen soviético -la
perestroika y la
glasnost abrían muchos telediarios-, pero ni mucho menos se podía prever su disolución a un ritmo tan desenfrenado. De hecho, a principios de los 80 Mike Baron y Steve Rude representaron en su serie Nexus a un Imperio Soviético que se había extendido por el espacio. Y sin embargo, tan sólo un año y medio después de la muerte de mi padre el muro de Berlín cayó como si fuese de papel, y ya en 1991 la Unión Soviética se hundió como el Titanic en las lagunas de la historia.
Y ahora tomemos como ejemplo a Francisco Ayala, escritor nacido en 1906 y fallecido hace unos días, en 2009. Por sus ojos ha pasado la Primera Guerra Mundial, el comunismo, los fascismos, la guerra civil, el exilio, la guerra mundial y la caída del nazismo, la guerra fría, la llegada del hombre a la Luna, la caída del muro y del bloque soviético, un zambombazo que derriba las Torres Gemelas, y un presidente negro en EE.UU.
Sin duda no hay nada como quedarse a ver la película completa.